lunes, 17 de enero de 2011

La Isla 2.0. - 1X02 "Extraños" - Capitulo Completo

Esta es una entrada de un juego, la experiencia La Isla 2.0. Es una especie de simbionte entre aquéllos míticos libros de "elige tu propia aventura", un juego de rol y una comunidad online completamente interactiva. El juego se desarrolla en tiempo real. Sólo de tus decisiones dependerá el curso de la historia. Se recomienda encarecidamente echarle un vistazo a las reglas del juego en este enlace permanente. Si te has perdido algún episodio y quieres ponerte al día, te recomendamos este enlace. Y recordad: todos los enigmas que se planteen en esta experiencia tienen una solución. No hay pregunta sin respuesta aunque, como ya hemos dicho, dependerá de ti, y sólo de ti, que las cosas lleguen a buen puerto.

Día 7
 
Amanece en La Isla. La llamáis La Isla, pero después de una semana aquí lo más que sabéis es que es un sitio grande, probablemente tropical y con un gran volcán en medio de la jungla. Los intentos de cartografiar la costa usando un bote salva-vidas no dieron el fruto deseado, pero esperáis emprender de nuevo la expedición estando mejor preparados pues parece que La Isla, o lo que sea, es demasiado grande como para cubrir toda su costa en una sola jornada. 

Anoche, precisamente cuando volvía el grupo del bote, mientras los que se habían quedado en el campamento base preparaban un perímetro de seguridad, descubristeis a un tipo andrajoso que observaba al grupo oculto tras un árbol. Tras una dura pelea quedó inconsciente y fue trasladado al campamento donde fue atado a un árbol. Se le ha vigilado toda la noche y no se ha despertado. 

Al comenzar la mañana de hoy, vuestro sexto amanecer en la playa, el tipo se ha despertado y comienza a gritar. Profiere alaridos en un idioma que no conocéis. De hecho, por si quedaba alguna duda, se trata de un idioma que nada tiene que ver con el que se oía en la radio. Nada de raíces latinas, nada de raíces conocidas.
Alguien sugiere amordazarlo, y otro alguien opina que es una crueldad incluso el hecho de tenerlo atado. 

El desayuno de hoy es menos relajante de lo habitual puesto que hay un tipo raro gritando de fondo y sobre vosotros sobrevuela la pregunta del millón: ¿qué vais a hacer con el “extraño”?

Las guardias del resto de la noche, con el perímetro de seguridad ya montado, no dan novedad. Los móviles están mudos. Quizá es un buen momento para hacer planes. 

Buenos días, Isla.

EDITADO (11/01/11)


Los supervivientes discuten acerca de qué hacer con el prisionero. Se niega a hablar y a comer. Se le cura la herida pero no consiente en tomar medicinas. Algunos opinan que sabe algo y que debería seguir siendo un prisionero hasta que hable, otros piensan que es una salvajada tenerlo atado sin saber siquiera si se trata de un enemigo y proponen liberarlo (alguno apunta que podría liberarse para poder seguirlo). Aparte de eso hay quien opina que se debería hacer otra excursión al volcán, esta vez mejor pertrechados, y uno de los supervivientes dice que podría ser ideal mudarse al lago con la cascada, a las cuevas, para mejor resguardarse, protegerse y evitar el ataque de las pulgas. Se está organizando una expedición nueva. 

Día 8

Cuando amanece, las miradas se centran en el prisionero. Tiene muy mal color. Sea porque ha pasado ya un día completo sin probar bocado, sea por la sangre perdida a través de la herida de su sien, se le ve débil. Cuanto más débil se le ve más aspecto sombrío y calculador se torna su mirada escrutadora. Casi siempre está mirando selva adentro. Cuando no, está contemplando el trabajo que hacen los supervivientes. Sigue sin querer comer nada de lo que se le ofrece. 

Uno de los supervivientes, que ayer noche le golpeara, se le ha acercado en mitad de la noche, parece que esta vez en son de paz, para tratar de preguntarle por unas anotaciones que ha tomado. El tipo le ve venir por la noche, sabiendo que todos duermen y se revuelve en sus ataduras con una auténtica expresión de terror en el rostro. El que hace la guardia correspondiente a esa hora de la noche los mira atento, esperando que la cosa no se complique. 

El superviviente razona con el preso que parece, de todo corazón, no entender el idioma en que se le habla. Con gran esfuerzo logran alcanzar un mínimo entendimiento que tan solo consiste en un asentimiento para que se le deje ver el papel y luego una franca negativa de incomprensión al leer su contenido. 

Alrededor del desayuno, los ánimos están bastante crispados. La imagen del hombre mayor negándose a recibir ayuda por parte de sus captores ablanda al más pintado. Es cierto que nadie se termina de fiar del todo de él, pero a fin de cuentas, la mayor parte de los supervivientes no se había enfrentado contra una cosa así jamás. 

-Anoche dijimos que teníamos hasta las diez de la noche de hoy para proponer opciones para votarlas después. Espero que aguante lo suficiente- dice Diego, que ya sugirió su opción: liberarlo y seguirlo. 

-Si sabe algo lo oculta muy bien- dice Andrés. 

-Puede llevar aquí perdido tanto tiempo como nosotros- dice el tipo que lleva taciturno desde ayer, que resulta llamarse José Juan y ser profesor de matemáticas de instituto-. No dejo de darle vueltas a la idea. ¿Y si nunca nos rescatan y nos convertimos en él?

-También puede ser que sea un aborigen de la zona, aún no sabemos si hay civilización al otro lado de la selva- opina Yelena-. Sé que es un tipo raro, pero en todas las ciudades hay “gente especial”.

-¿Quieres decir que puede tratarse de un loco?

-Podría. ¿Por qué no? Un loco de una civilización normal. Mirad su ropa… es prácticamente como la nuestra. Pantalones y camiseta. Vale, harapientos, pero… ¿nadie ha visto nunca a un mendigo?

-Perdonad que cambie de tema- interrumpe Ludio-, pero hay otra cosa que discutir. Las pulgas nos están masacrando. Eso sí que es un enemigo. Voy a ir hoy al volcán, a echar otro vistazo a las cuevas que encontramos. Es un lugar idílico, muy cerca de un manantial de agua, con un precioso lago de película y… eso, cuevas. Seguro que podemos defendernos mejor allí. Yo incluso estoy pensando en pasar la noche allí, aunque sea solo. Si no hay animales salvajes ni cosas así. ¿Alguien se apunta?

-Me parece bien- opina Bruno-. Aunque no sé si la humedad me vendrá bien para el asma. De todos modos seguro que es mejor que esas putas pulgas. Yo me apunto. ¿Alguien más?

-Bueno- zanja Ludio-, que se apunte quien quiera. Saldremos dentro de una hora, o así. Por si alguien quiere abastecerse. Creo que había quien se estaba planteando subir al volcán. 

-Pero si era enorme. ¿Alguien ha traído útiles de escalada?

Buenos días, Isla. Les recordamos que tiene hasta las 22:00 horas de hoy para proponer opciones para con el prisionero. Pueden sugerir una o votar por una que ya se haya sugerido.

EDITADO (12/01/11)


Ante la prácticamente imposibilidad de hacerse entender con el prisionero, los supervivientes deciden dar de plazo hasta las 22:00 horas para liberarlo. Cuando lo hicieran pretendían seguirle para ver a dónde se dirigía. Pero una vez liberado, el preso come algo, bebe agua, vuelve al tronco donde lo han tenido atado y se echa a dormir, tranquilo. Mientras tanto dos expediciones han partido en dirección al volcán que hay en medio de la jungla. Una de ellas sube hasta más o menos la mitad del gigante y allí descubren una pequeña cueva. Parece la morada de un cavernícola, con sus armas rudimentarias y sus pieles, pero revuelta como si hubiese sido destrozada. La otra expedición ha llegado para explorar el lago que se forma, con su cascada, a unos metros de la falda del volcán. Su intención es comprobar si las cuevas que hay abajo, casi al nivel del agua, son adecuadas para establecer allí un nuevo campamento, lejos de las pulgas. Exploran la que deciden de más fácil acceso y descubren un sitio idóneo, con un manantial propio de agua potable y pinturas rupestres. En el campamento de la playa (el original), Claude ha creado una especie de antena usando restos de los aviones siniestrados. Pretende amplificar la señal de radio que escucharon los primeros días. 

Día 9

Amanece en la playa y el prisionero ya no está. Alguien corre a preguntarle al que estaba de guardia que, con toda tranquilidad, señala al mar. Allí, sumergido hasta la cintura, el extraño individuo parece estar pescando. Usa para ello un palo con la punta afilada. A su espalda cuelga una cuerda en la que pueden verse ya al menos cuatro pescados. 

-Increible- musita alguien. 

Durante el desayuno, que ya se ha convertido en el momento de ponerse al día y trazar planes de acción, todos manifiestan su preocupación por la gente que partió hacia el volcán. Han pasado la noche fuera y todos parecen intranquilos. 

Amanece en la jungla. 

Bruno, Malevoski, Ludio y una chica rubia que ha dicho llamarse Ángela, han pasado la noche en la cueva de las pinturas. Sin novedad. Por la mañana el lugar aún parece más idílico. Desayunan de lo que han traído consigo y hablan de cosas que podrían hacer o no. Se barajan, entre otras cosas, los siguientes temas:

-Cazar. Tratar de cazar animales para hacer la dieta un poco más interesante.
-Explorar más de las cuevas que tienen a su alrededor.
-Echar un vistazo por si lo que han subido al volcán necesitasen ayuda.
-Volver a la playa y decirle a la gente que las cuevas son seguras.

Amanece en el volcán. 

Virginia, Diego, Alma y Grojniak han pasado la noche en la pequeña cueva que encontraran en mitad de la ascensión al volcán. Algunos no han pegado ojo. Unos por inquietud (por el estado en que se encuentra la cueva, como si el propietario hubiese salido huyendo abandonando todo y alguien lo hubiese destrozado todo buscando) y por si fuese quien fuese quien vivía allí volviese en mitad de la noche. 

Se han montado guardias y la noche ha pasado con relativa calma. Una de las guardias, montada por Grojniak, ha tenido un par de eventos extraños. Parece que a una determinada hora de la madrugada contempló cómo se encendía una luz (muy pequeñita desde esa altura) que parpadeaba con tiempos y ritmo, como si usase el morse o algo parecido. Al instante, en otra punta de la selva, otra luz se encendía como contestando a la primera. Pudo contar siete luces distintas, como conversando entre ellas. La última que vio estaba en la falda del volcán, donde según el mapa de Alma debe encontrarse el lago. 

Buenos días, Isla.

EDITADO (13/01/11)


La expedición al lago ha sido un éxito. Ludio, Malvoski, Ángela y Bruno han encontrado una cueva que incluso tiene su propio manantial de agua aparentemente potable. De no ser por las pinturas rupestres la cueva no tiene nada extraño. Además, el lago es un sitio ideal para defender al grupo y un sitio idóneo para refrescarse y esparcirse. Única pega: está en plena jungla, donde será más difícil ser avistado por aviones o barcos de salvamento. Malevoski es herido por un murciélago en su investigación del resto de cuevas. La expedición al volcán ha resultado también muy interesante. Desde la cima se ha terminado de comprobar que los supervivientes se encuentran, efectivamente, en una isla. Una isla enorme. También en la cima se ha encontrado un extraño aparato metálico, anclado al suelo, que emite un zumbido molesto y parpadea. Bajando del volcán, las dos expediciones se unen. Alma mira el corte en la mejilla de Malevoski, oye su historia y se comienza a preocupar. Los murciélagos son portadores de un número muy elevado de enfermedades. Incluso la peste, dicen algunos, se puede contagiar por poco menos que eso. Acuerdan desinfectar la herida allí mismo con algunas plantas y, de vuelta al campamento, hacer una cura en mayor profundidad. 

Día 10

Amanece en la playa. Los grupos de expedición llegaron ayer noche y se sorprendieron de ver al ex prisionero, desatado ahora pero aún en el campamento, sentado en el árbol al que fue atado, comiendo. 

A la hora del desayuno todos ponen en común lo encontrado. Parece que la conversación gira en torno a estos puntos:

1.       L.L. y Javier pretenden hacer una “gran expedición”. Comenzar a caminar selva adentro y comprobar la longitud real de la isla, buscar ayuda y, resumiendo, examinar todo lo que puedan del lugar en el que habéis “aterrizado”. 

2.       Ludio, Malevoski y Bruno hablan de las excelencias del lago como nuevo campamento. Hay algunas voces discordantes, pero se decide votar por quién quiere quedarse en la playa y quien prefiere mudarse al lago. 

3.       La expedición al volcán no hace más que confirmar lo que ya estaba en el aire. Hay tecnología en La Isla. Alguien emite señales de radio, hay unas luminiscencias intermitentes en la jungla que podrían ser (o no) repetidores… y está el extraño cacharro de la cima del volcán. Surgen nuevos partidarios de tratar de usar esa tecnología a favor de los supervivientes para sacar información útil. 

Hay una larga jornada por delante. ¿Qué hacéis?


EDITADO (14/01/11)

L.L. y Javier deciden partir del campamento de la playa, esta vez a pie, para ver hasta dónde pueden llegar andando, comprobar si es cierto eso de que hay vida en La Isla y tratar de traer ayuda. Hacen noche en la playa en la que ya acamparon cuando hicieron el viaje en bote. Mientras tanto, en el campamento, pasan un día bastante tranquilo, uno de los pocos desde que “aterrizaran” allí.  La pregunta en el aire es si se mudarán o no a las cuevas todos juntos o si, por el contrario, cada uno acampará donde le venga en gana (cuevas o playa) sin tener que contar con el resto de supervivientes. Hay mucha gente a favor de mudarse al lago, a las cuevas, pero parece que el sentimiento popular se acerca más a “bueno, de momento las cuevas, pero no quiero que mi voto afecte a los demás, así que cada uno decida por sí mismo dónde le apetece estar. Siempre podemos cambiar de idea más adelante, mientras que una votación seria obligaría a más de uno a acatar lo que dice la mayoría”. Monto se relaciona muy bien con el grupo y parece que no tiene ni la más mínima intención de volver por donde ha venido. 

Día 11

Amanece en la playa donde han acampado L.L. y Javier. Han pasado una noche bastante buena, la temperatura ha sido buena, los mosquitos no se han cebado mucho y las luces… bueno, estaban lejos.
Desayunan poco pero suficiente y se ponen en marcha con las primeras luces del alba. La pregunta es la siguiente:

-¿Continuar andando o investigar un poco antes la jungla por aquí?

Amanece en el campamento de playa original. La gente se levanta muy animada por el descanso del día anterior, sin expediciones, trampas ni locuras. Mientras desayunan bromean y hacen planes. 

-¡Ey, tío! ¡Cuidado, detrás de ti! ¡Un mono con tres cabezas!- bromea Diego a Grojniak, que pasaba silbando despreocupado. 

Alrededor del desayuno se plantean nuevas incógnitas:

1.       La excursión al volcán. ¿Será hoy? ¿Llevaréis la antena? 

2.       La excursión a las cuevas. ¿Se hará junto con la primera? ¿Quién se va para mudarse y quien solo va a hacer una visita de reconocimiento?

3.       L.L. y Javier. ¿Estarán bien? ¿Hay forma de saberlo?

4.       La tecnología de La Isla. ¿Hay nuevas ideas sobre los dispositivos lumínicos y el zumbido de la maquina? ¿Se han creado nuevos… inventos?

Buenos días, Isla.


EDITADO (15/01/11)

Monto, que así parece llamarse el extraño que capturasteis (y que ahora se sienta entre vosotros como uno más), consigue deciros por señas y mímica que en el volcán hay “gesto de algo con garras que gruñe y tiene grandes dientes” y que la gente que vive en las montañas “gesto de llevar una escopeta y onomatopeya pum pum”. Temiendo por L.L. y Javier, los supervivientes deciden salir de inmediato a las excursiones que tenían programadas: las cuevas y el volcán. Un grupo de alrededor de veinte personas parte hacia allí, cargando con el aparato construido por Claude (que ahora incluye también la radio y la batería de uno de los aviones siniestrados). Suben al volcán (unos pocos) y prueban la antena. Parece que el zumbido de la caja metálica sobre el volcán impide que la radio funcione pero en un momento determinado se apaga y oyen una transmisión en otro idioma. Aprovechan el momento para lanzar un mensaje advirtiendo a los compañeros de lo que hay en la montaña. Luego el zumbido regresa y la radio vuelve a quedarse callada. Algunos de los que han subido acampan en la misma cima para turnarse en mandar un mensaje en morse con una hoguera y una linterna.

Día 12

Amanece.

La noche en las cuevas ha sido la mejor noche que han pasado desde que llegaron a La Isla la mayoría de los supervivientes. Ni pulgas ni lloviznas intermitentes ni mosquitos. El fuego, encendido a la entrada de la cueva, ha paliado las temperaturas algo más bajas de la madrugada y ha dado una sensación de seguridad indescriptible. “El hombre conectando con sus raíces”, dijo Yelena, la historiadora, que estaba bastante emocionada después de haber visto las pinturas.

En la cima del volcán la cosa tampoco ha ido mal. La hoguera usada para hacer señales ha ardido toda la noche y, aunque era pequeñita (por la falta de leña) ha dado calor suficiente como para convertir la cima del volcán en una apacible excursión al campo… si no fuera por el zumbido constante. Algunos no han pegado ojo por culpa de eso. Otros están de los nervios. Algo antes de amanecer, viendo que ya no les va a servir de nada lo de hacer señales, comienzan el descenso. La idea es desayunar en las cuevas y ver qué han averiguado de lo de las luces. Uno de los de la cima ha hecho un dibujo (una especie de mapa) orientativo de dónde podrían estar situadas el resto de luces cercanas en relación al lago y el volcán.

La hora del desayuno está llena de conversaciones agitadas. Ludio dice haber encontrado una de las luces en la parte más alta de un árbol gigante que ha señalado con una X con el cuchillo de Kate. Asegura que no había cables alrededor del tronco ni en el suelo.

Yelena habla de las pinturas. Parecen antiguas, dice, pero no prehistóricas. Aún así pueden tener cientos de años. La figura central, el astronauta… no es infrecuente encontrar a estos personajes en representaciones pictóricas primitivas, así que no os asustéis. Hay una teoría que dice que las cabezas de Pascua son, de hecho, representaciones de “los que vinieron de las estrellas”. A veces es imaginación, a veces interpretación posterior (los seres humanos modernos vemos un astronauta donde habían dibujado, a lo mejor, a un tipo gordo con una armadura).

Los de la cima cuentan todo lo de la radio, el zumbido, la extraña frase de la radio: “Sekuriga zono. Vivanta.” Todos parecen preocupados por L.L. y Javier. No saben si vieron las señales u oyeron el mensaje enviado por radio (no tienen radio y ni siquiera sabe nadie si tienen móvil). Lo único que saben es que más o menos al comienzo de la noche encendieron un fuego. Lo malo es que duró bien poco, suponéis que porque quieren ser discretos. Lo malo es que se habían alejado de la playa, el fuego estaba ya en la jungla.

Monto ha entrado con cierto recelo en las cuevas del lago pero una vez que ha mirado al interior y ha comprobado que estaban vacías se le ve aliviado. Lo único es que parece estar melancólico, triste, abatido todo el tiempo. Cualquiera diría que estar en las cuevas del lago le provoca una pena insondable.
Desayunando os ponéis al día y planeáis el día de hoy.

Amanece en la jungla, campamento de Javier y L.L.

Habéis hecho noche en la cabaña de la jungla. Al principio, antes de instalaros, buscasteis con la mirada el volcán en a lejanía para comprobar si desde la cima verían el fuego que prometisteis hacer para avisar de que estabais. No solo se verá estupendamente sino que, además, vuestros compañeros ya están arriba. Han encendido un fuego para que podáis verlos.

Encendéis el vuestro y lo dejáis encendido el tiempo que creéis necesario para que lo vean y luego lo tapáis rápidamente.

-Ey- dice L.L.-, están como haciendo señales con el fuego. Y con otra luz, creo.
-Sí- responde Javier-. Creo que es una linterna. Pero no tengo ni idea de qué cojones están diciendo.  Quizá nos digan que volvamos, que volvamos. Ya sabes que estaban preocupados por nosotros.
-Sí. Oye, ¿estarán probando la radio?
-Seguramente el chaval los ha convencido para cargar con ese armatoste ahí arriba para captar mejor la señal. Virginia habló de que recibía la señal de radio en el móvil el primer día, ¿no?
-Sí… eso parece. Es un poco raro, pero parece que así fue, luego ya dejaron de emitir. O usaron otra frecuencia. Pero podemos usar mi móvil a ver si captamos algo aquí, que estamos más lejos del volcán.
Encendéis el móvil y captáis tan solo un ruido estático muy fuerte. Cuando ya casi estáis aburridos de esperar y vais a apagarlo para ahorrar batería, el ruido desaparece de pronto y una voz al otro lado dice, alto y claro: Sekuriga zono. Vivanta. Luego la voz de uno de los supervivientes, creéis que la del tal Grojniak, dice:

-Este mensaje no es para los capullos que hablan en esperanto. Es para los dos colegas caminantes. Si oís esto, volved. Monto dice que pum pum en las montañas, repito, peligro de bang bang en las montañas. Volved, nos tenéis preocupados.

Desayunáis y os planteáis qué hacer a partir de ahora.


EDITADO (16/01/11)

Tras la subida al volcán y todas las emociones encontradas, los supervivientes pasan un día tranquilo en las cuevas. ¿Todos? No. En el campamento de la playa se quedaron muchos de vosotros, que viven prácticamente igual que desde que llegásteis. Pescan a duras penas, comen fruta y pescado y son acribillados por las pulgas. Las provisiones se repartieron en dos partes, una parte para los de las cuevas y otra parte, más generosa, para los que se quedaron en la playa que, por cierto, están bastante fresquitas y protegidas en la "alhacena" que construyó Javier. Javier y L.L., por cierto, continúan su caminata. Tras dormir en la cabaña que encontraron en la jungla (cabaña en la que parecía haber vivido alguien durante mucho tiempo), y haber recibido el mensaje de radio de los supervivientes advirtiéndoles del peligro que hay en las montañas, deciden continuar su expedición pero evitando por completo las montañas. Estarán más alertas a partir de ahora. Los de las cuevas deciden pasar un día sin "aventuras" comiendo jabalí (cazado por Monto) y festejando con botellitas de avión (encontradas por Ludio).

Día 13

Amanece en las cuevas.

Monto hatraído varios peces y algo de fruta para desayunar. Se le ve especialmente contento de estar integrado en el grupo y ha asumido perfectamente el papel de abastecedor de alimentos. Diego, el ex militar cocinero, ha preparado un excelente desayuno y, alrededor de él, discutís, como cada día, lo que hacer hoy.

-¿Creéis que estos dos habrán recibido nuestra alerta?
-No los conozco mucho, pero no tienen pinta de ser tontos. Seguro que han recibido el mensaje y están volviendo al campamento. O, al menos, tratarán de estar más alertas si deciden aproximarse a las montañas.
-Seguro que todo estará bien.
-Oye, está muy bien esto de los días de vacaciones que nos tomamos de cuando en cuando. Muy relajante, pero quizá deberíamos empezar a pensar que llevamos aquí dos semanas y no hemos hecho casi nada por acelerar nuestro rescate. ¿Qué opináis? ¿Y qué opináis de la luz que encontró Ludio? ¿Sin cables?

Amanece en medio de la jungla.

Leo y Javier partieron muy temprano por la mañana el día anterior y continuaron el trazado de la costa pero, esta vez, desde la jungla, sin perder la vista el mar. "Si haygente armada en la isla, mejor evitar ser visibles en la costa".
Al anochecer acampan en un claro de la jungla y deciden no hacer fuego, por si acaso. Esa noche vn las luces muy a lo lejos, a la altura del volcán y ua, mucho más lejos, en el norte, quizá cerca de las montañas.
Por la mañana vuelven a emprender la marcha y a media jornada:

-Hoy comemos jabalí- dice Leo señalando el cuerpo de un jabalí muerto en medio de la jungla.

Cuando se aproximan descubren que, en un radio como de cien metros, no sólo hay un jabalí muerto, sino decenas de pájaros muertos, roedores y todo tipo de animales de la selva, muerto sin ninguna señal de violencia.
Parece como si se tratara de un círculo de animales muertos, dentro del radio del cual no quda nada vivo. Incluso la vegetación está marchita. En el centro del círculo hay un poste metálico. En el extremo del mismo tiene una especie de "turbina" que emite un molesto zumbido. En su base hay una especie de caja, como las cajas de luces, cerrada con llave. Sobre la misma hay dibujada una calavera cruzada con dos tibias.

Leo, Javier... ¿qué hacéis?

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